Autor: Gonzalo Casino
Sobre el abuso de los valores relativos y su capacidad de distorsión Los valores relativos pueden ser muy espectaculares en medicina, sobre todo cuando se utilizan para comunicar riesgos o para ilustrar la bondad de algún tratamiento o intervención sanitaria. Pero no es lo mismo un aumento del riesgo de muerte del 100% cuando el riesgo absoluto es de 1 por cada 100 personas que cuando es de 1 por 100.000. Afirmar que un tratamiento reduce un 50% la mortalidad por una enfermedad o que un programa de cribado reduce un 25% la mortalidad por un tumor puede dar a entender que esa medida es muy eficaz. Sin embargo, cuando el número de personas que se benefician de estos procedimientos es escaso, los valores relativos resultan equívocos si no van acompañados de los correspondientes valores absolutos. El caso del cribado del cáncer de mama mediante mamografía, comentado la semana pasada, es un buen ejemplo para ilustrar la importancia de ofrecer valores absolutos y no sólo los relativos para ponderar los beneficios y los riesgos de una intervención. La realización de mamografías en mujeres durante una década puede reducir la mortalidad un 25%, un 20% o un 15%, según las fuentes. Pero la reducción del riesgo absoluto, de acuerdo con la revisión Cochrane de 2006 resumida en un folleto, es del 0,05%. Esto quiere decir que sólo 1 de cada 2000 mujeres explorada regularmente durante una década se beneficiará del cribado, ya que sólo evita 1 muerte por cada 2000 mujeres (0,05%). Los valores absolutos no son, por tanto, tan impresionantes. Y este beneficio se antoja si cabe más modesto cuando se contrasta con los perjuicios del cribado. De acuerdo con esta revisión Cochrane, realizada por el equipo de Peter Gotzsche y considerada como la mejor evidencia disponible, mientras 1 de cada 2000 mujeres se beneficia del cribado, 10 mujeres sanas serán diagnosticadas como enfermas de cáncer de mama y, por tanto, serán tratadas con cirugía, quimioterapia y/o radioterapia; a esto hay que añadir las molestias y la ansiedad que causan la prueba y las frecuentes falsas alarmas. A la luz de los datos de esta revisión, el cribado del cáncer de mama puede ser una opción razonable para muchas mujeres, pero también puede serlo no participar en estos programas. Como está claro que tanto los médicos como las mujeres sobrevaloran los beneficios del cribado, habría que plantearse a qué se debe esta sobrevaloración. Es muy posible que no conozcan la ponderación de riesgos y beneficios que hace la revisión de Gøtzsche, aunque en España las revisiones Cochrane y otros muchos documentos de calidad para tomar decisiones de salud bien informadas están disponibles para todos a través de la Biblioteca Cochrane Plus, recientemente renovada para que su uso sea más fácil. Pero quizá se debe también a que los defensores del cribado ilustran sus beneficios sólo con valores relativos, una práctica que merece ser desterrada. Si algo tenemos que relativizar con urgencia médicos, comunicadores, periodistas y ciudadanos es el significado de los valores relativos en medicina.
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