14 marzo, 2013

Too much medicine

Fuente: El Gerente del Mediado

Hace más de diez años  el BMJ publicó un número bajo el encabezamiento de Too much medicine, y  que incluía un articulo del mismo título de Ray Moynihan y Richard Smith.y que en su día generó amplia controversia. Esta semana nada menos que el propio Moynihan, en compañía de Glasziou, Woloshin,  Schwartz, Santa y la actual editora del British , Godee ( el “dream team “del asunto, en el que solo falta Welch)  publican un nuevo editorial sobre el tema en la misma revista, , coincidiendo con el lanzamiento de la campaña del mismo nombre.
Como bien señalan diferenciar lo sano de lo enfermo siempre ha sido uno de los retos esenciales en medicina. Todos, expertos y profanos, médicos y pacientes, reconocemos el drama personal que supone pasar por alto una enfermedad grave, no tratar o tratar inadecuadamente cualquier padecimiento que comprometa la vida de un paciente. Sin embargo la otra cara de la moneda es mucho menos evidente. Como señala Moynihan en el editorial, el concepto de sobre diagnóstico o sobretratamiento es contraintuitivo: es difícil entender para muchos que algo intrínsecamente bueno ( como es la medicina) pueda hacer daño; porque cuesta comprender que el consumo excesivo de un bien genere algún tipo de mal. Ayer mismo, en uno de los noticieros de máxima audiencia de la cadena SER en el abordaje de las enfermedades raras obviamente estaba ausente cualquier referencia a los daños que puede producir el cribado indiscriminado de cualquier tipo de enfermedad.
Auqnue la evidencia de los daños producidos por el exceso de medicina son abrumadores, va ser difícil volver a meter al genio en la lámpara , una vez que hemos prometido que todo en la vida ( incluida la tristeza producida por la derrota de tu equipo) tiene un bonito remedio médico. Baste recordar las recientes evidencias respecto a los riesgo de sobretratamiento del masivamente implantado cribado de cáncer de mama, o la vergonzosa expansión de diagnósticos incluidas en la DSM V, que lleva camino de convertir a la vida misma en una enfermedad mental. Algunos ejemplos: si teníamos poco con los imaginarios diagnósticos del trastorno por déficit de atención en niños se amplía la categoría diagnóstica a adultos ( para los distraídos e inquietos); la tristeza que produce el desamor será a partir de ahora un trastorno depresivo mayor, los olvidos inevitables de las gafas cuando a uno le acosa la presbicia “ trastorno neurocognitivo menor”, al que decide irse de restaurantes vascos en las próximas vacaciones se le etiquetará de “trastorno por comilonas” ( Binge Ealing disorder) , y las rabietas del niño mimado  Disruptive mood disregulation disorder ( no lo traduzco por que como ocurre con los buenos poemas hay cosas que merece la pena escuchar en el original). Por supuesto se ampliará el diagnóstico de "Trastorno de ansiedad generalizada “ a cualquier frustración de la vida diaria, incluido el que no esté disponible el último disco de Ron Sexsmith cuando vayas a la tienda.
Etiquetar, a menudo supone que el diagnosticado cargue con un estigma ( no hay más que fijarse en la situación social de los niños etiquetados con alguno de los diagnósticos psiquiátricos) . Pero además suele desencadenar una catarata de intervenciones que no son baratas ( las pague el sistema o el paciente) y que a menudo no son inocuas.
El editorial señalan diferentes intervenciones internacionales que vienen alternando del peligro y proponiendo intervenciones: la campaña americana de Choosing Wisely, dirigida a combatir el mal uso de pruebas diagnósticas, la conferencia sobre Avoiding Avoidable Care, o la segunda conferencia internacional sobre Venta de enfermedades ( Selling sickness). Al margen de la imprescindible conferencia a celebrar en Dartmouth en septiembre sobre el Sobrediagnóstico, posiblemente el acontecimiento médico del año.
Por todo ello me llama tanto la atención el silencio abrumador que se escucha en España sobre el tema. Apenas los Atlas de Variaciones en la práctica médica o la iniciativa de Prescripción Prudente de Rafa Bravo han supuesto una llamada de alerta sobre el asunto. En una situación como la actual, con el sistema sanitario al borde del desmoronamiento , ¿por qué la cuestión del exceso de medicina no está en el debate? ¿Qué dicen al respecto los partidos que se rasgan las vestiduras con los recortes? ¿ Donde se encuentran las propuestas de los clínicos para reducir la escandalosa ineficiencia de la que ellos son los únicos responsables?
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