03 diciembre, 2009

Feliz dia del medico

“Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.”
Ramón Carrillo 



“Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo”

Este hombre nacido en Santiago del Estero (Argentina), ciudad pequeña por aquel entonces, llegó por las circunstancias de la vida y de la historia a convertirse no sólo en el primer Ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina, sino en quien el tiempo reconocería como mentor y ejecutor del Plan Sanitario mejor diseñado y ejecutado en el país.

Nació un 7 de marzo de 1906. Luego de cursar estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, guiado y alentado por su vocación parte rumbo a Buenos Aires, para iniciar la Carrera de Medicina. Cursa esta carrera de manera brillante y obtiene, al recibirse en 1929, la Medalla de Oro al mejor alumno de su promoción.

Desde estudiante se inclina hacia la neurología y la neurocirugía, colaborando con el Dr. Manuel Balado, eminente neurocirujano de la época, con quien realiza sus primeros trabajos científicos. Ya recibido abraza definitivamente estas especialidades y obtiene una beca universitaria para perfeccionarse en Europa, donde trabaja e investiga junto a los más destacados especialistas del mundo, entre ellos Cornelius Ariens Kappers.

Regresa a Buenos Aires en plena “Década Infame”, donde puede vivenciar el sistemático saqueo y destrucción que sufre su patria, en un periodo caracterizado por la profunda decadencia moral de la dirigencia, donde se impone la corrupción, el negociado, la enajenación del patrimonio nacional y el empobrecimiento de una gran mayoría poblacional. Adhiere entonces al pensamiento nacional que toma auge en aquella época. Complementa su educación científica con ideas políticas y formación cultural. Se vincula con hombres como Homero Manzi, claro representante de nuestra cultura y de las nuevas ideas, y la escuela neurobiológica argentina activa en el Hospicio de la Mercedes y el Hospital de Alienadas, luego hospitales Borda y Moyano.

Durante esos años se dedica a la investigación y a la docencia, hasta que en 1939 se hace cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. Este cargo le permite conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Toma contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de toda la Argentina, y puede comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas. Lleva a cabo estudios estadísticos que determinan que el país sólo contaba con el 45% de las camas necesarias, además distribuidas de manera desigual, con regiones que contaban con 0,00% de camas por mil habitantes. Confirmó de esta manera sus recuerdos e imágenes de provincia, que mostraban el estado de postergación en que se encontraba gran parte del interior argentino.

En 1942, con sólo 36 años, gana por concurso la titularidad de la cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. Brillante era su carrera en el mundo científico y académico. Sin embargo, los sucesos históricos harían cambiar radicalmente el destino de su vida y de sus pasiones. Son precisamente estos hechos los que harían que la figura de Carrillo tome dimensiones trascendentes.

Grandes cambios se producen en el país: en 1943 es derrocado el régimen de Castillo y asume un gobierno militar. En este contexto conoce en el Hospital Militar al Coronel Juan Domingo Perón, con quien comparte largas conversaciones. Es precisamente el Coronel quien convence al Dr. Carrillo de colaborar en la planificación de la política sanitaria de ese gobierno.

Luego Perón llegaría a la presidencia, por vía democrática, y confirma al Dr. Carrillo al frente de la Secretaría de Salud Pública, que posteriormente se transformaría en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación.

Difícil es enumerar la prolífera obra del Dr. Carrillo frente a esta cartera. Lleva a cabo acciones que no tienen parangón hasta nuestros días. Esta revolución sanitaria, diseñada y llevada adelante por Ramón Carrillo, aumentó el número de camas existentes en el país, de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954, cuando se retira. Erradicó, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas. Hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas. Disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis de 130 por 100.000 a 36 por 100.000. Terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis. Redujo drásticamente el índice de mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil.

Todo esto, dando prioritaria importancia al desarrollo de la medicina preventiva, a la organización hospitalaria, a conceptos como la “centralización normativa y descentralización ejecutiva”. Esta nada tiene que ver con la descentralización que se realizó en los últimos años a nivel hospitalario en nuestro país, que solo responde a fines meramente económicos impuestos por los mercados.

Esta es una brevísima síntesis de los hechos más importantes que generó desde el Ministerio que dirigía. Sin embargo el legado más importante que dejó el Dr. Carrillo fueron las ideas, principios y fundamentos que acompañaron este accionar.

“Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría.”

“Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo.”

Estas fueron algunas de las frases que pintan de cuerpo entero a este hombre capaz de abandonar su admirable carrera científica, reconocida a nivel internacional, para entregarse de lleno a las necesidades concretas de su Patria. Este hombre originalmente formado en el pensamiento científico individualista y biologicista renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía brindar su carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social, lugar desde donde podía realizar y concretar sus ideas sobre salud.

Muere a los cincuenta años, pobre, enfermo y exiliado, recibiendo por correo aportes de su amigo Salomón Chichilnisky tal como San Martín lo hacía de su amigo Aguado, en Belem do Pará, ciudad del Norte del Brasil, el 20 de diciembre de 1956. Quizás pensando, como lo hizo el gran libertador Simón Bolívar, que había arado en el mar ...

Sin embargo en el lamentable escenario de la Salud Pública actual y en momentos en que se extiende el discurso que responsabiliza al Estado de los males que padecemos, es saludable recordar su figura, su obra y -¿por qué no?- retomar sus banderas, poniendo nuevamente al estado al servicio del pueblo.


Lo anterior es tomado de alguna pagina de internet. Quienes lo leimos, y vivimos esta patria, sabemos que la mayor parte de los hospitales que existen los creó el. La salud publica, otorgada por el propio estado, no existia por entonces, y luego de él, habria  de ser desmantelada. Aun asi, el 50% de los Argentinos se siente respaldado por sus hospitales publicos, donde no se paga nada, porque nos enseñaron que eso era un derecho y no un privilegio. Quienes lo leimos sabemos que aún cuando fue quien creo mas hospitales, mantenia su certeza, de que el triunfo de la medicina en la que él creia, se iba a dar el dia en que esos hospitales se encontraran vacios. Asi lo escribió. Asi lo sentia. El mismo hombre que creaba hospitales, veia en los mismos el fracaso de la salud. En escritos aún cuando la propia OMS no existia. 

Su sistema de salud, fue denostado por la oligarquia que entendia que los pobres no merecian los mismos derechos. Fue denostado por gran parte de un pais que se habia dividido, en peronistas y antiperonistas. La oligarquia fue clara. Los enemigos internos dentro del propio peronismo, que apostaron a un sistema Bismarckiano para manejar las cajas de las obras sociales no. Contradicciones de un movimiento que sólo refleja las contradicciones de nuestra propia sociedad. 

Quizas no sean estos los tiempos para volver a aquello que Carrillo empezaba a esbozar, y que luego seguirian otros como Oñativia. La salud es un derecho de los pueblos, y no el fruto de privilegios individuales. Nuestra salud será tan frágil como la del más pobre de los nuestros. De los que hoy sufren miserias, de los que duermen en las calles de Buenos Aires, de aquellos que padecen hambre en un pais capaz de alimentar a 10 veces sus habitantes, de la lucha contra los mercaderes de la enfermedad, de quienes en este momento, no podran leer esto, porque estan en algun lugar alejado de nuestro pais, sin acceso a internet, visitando ranchos, caserios, de heroes cotidianos que no habrán de llevar nombres, pero que siguen el espiritu de Carrillo. 
De aquellos que creemos que todavia, otro mundo es posible. 
Y aún más, es necesario. 
Por eso no vamos a renunciar a la lucha que cada dia nos impone. 
Sabemos que la enfermedad y la muerte son inherentes a nuestra propia condicion humana. La mayoria de las veces no curamos, tan solo acompañamos. Y es en ese camino de acompañar, y de que nuestros pacientes sientan que estamos, donde uno encuentra su mejor paga. 
En la cara del pibe que le decis que puede volver a jugar al futbol, y sabes que se llena de alegria por dentro, en los oidos de esa mujer que le confirmas que va a ser madre por primera vez y su mundo ya no será igual, en los ojos de aquel hombre que, ya agotado y añoso, merece un final digno, porque somos visitantes de esta tierra por un tiempo. 
Es en ellos que encontramos las ganas, y las fuerzas para seguir escribiendo, estudiando, peleando contra molinos de viento cada dia, como aquel hombre manchego, cuyo nombre ya no suelo recordar.
Que la fuerza no nos falte, que todavia sigamos siendo sensibles a la muerte y el dolor de cada uno de nuestros pacientes, aún cuando nos enseñan a no involucrarnos, porque para eso elegimos esta especialidad, para involucrarnos, y no ser solamente expectadores. No elegimos ser anestesistas y llenarnos de dinero, y no dejar operar hasta que el dinero no aparezca, elegimos este otro camino.

Para luchar cuando la deseperanza agobia, y mis hijas se me hacen mas lejanas y necesarias, para que nuestros pacientes descubran que no tenemos todas  las respuestas, pero que al menos, dia a dia, las seguimos buscando en esos espacios virtuales. 
Para recordar que nunca se me ocurrio otra cosa que ser medico, y lo dije a los 4 o 5 años por primera vez. Para memorar que el dia que cualquier cosa de estas me deje de conmover, sera tiempo de retirarme. Cosa que aún, no ha pasado nunca por mi mente. 
Que nos duela la muerte, que nos duela el dolor de los otros, que nuestra mente este limpia para poder acompañar mejor, para encontrar verdades, o para decir con toda sinceridad, que no siempre tenemos todas las respuestas, ya que no somos dioses. Tan sólo hombres y mujeres, trabajando a ciencia y conciencia. 
A mis pacientes que me han escrito algun mensajito o un mail, o en facebook, a todos, por hacer que la vida de un hombre siga teniendo sentido, pese a esos molinos de viento, a todos de verdad, y a mis compañeros de camino, en cada lugar del mundo donde se encuentren, simplemente: gracias. 

3 comentarios:

  1. En España no se celebra el día del médico, lo que es una pena.

    Felicidades a ti, Rubén, y a todos los colegas argentinos.


    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  2. Gracias a vos Cristobal, y a tu incansable labor alli en Barcelona.

    ResponderBorrar
  3. Gracias, Ruben, por recordar a Carrillo, pero sobre todo por recordar a cada uno de los que hoy hacen la medicina y la salud, como hombres y mujeres, no como heroes.
    Gracias por el mensaje de humanidad. Que bueno que es poder recordar todos los dias por que elegimos esta profesion, este modo de vida. A mi, en lo personal, es lo que me da fuerzas para seguir: volver a elegir esto cada dia de mi vida.
    Un abrazo,

    Mario Acuña

    ResponderBorrar

Write here your comment