12 abril, 2013

Un tal Gavilán


Un reciente programa de la cadena de TV “La sexta” dedicado a la sobre-medicación ha levantado una polvareda muy reveladora del paisanaje que puebla el colectivo sanitario.
Desde un punto de vista individual no me importa demasiado la polémica creada, salvo porque dificulta la posibilidad de que se inicie un debate sobre los problemas éticos que supone la relación entre la industria farmacéutica y los médicos. Muchos médicos asistenciales necesitamos este debate y que de una vez por todas nuestros dirigentes y líderes cojan el toro por los cuernos den soluciones reales y hablen en público lo que tantas veces comentan en privado.
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No soy especialmente aficionado a este tipo de programas, de hecho es la primera vez que lo veía completo, y tampoco me gustó mucho el dedicado a este tema. Como expuso en twitter Esther Samper @Shora:  La sobre-medicación es un tema muy complejo y con muchas causas e implicados detrás. En los tiempos que dicta la TV es imposible contar todo. Por eso los que conocen más del tema se les queda corto, mientras los que no sabían nada se sorprenden y se quedan con parte de la canción.
Sin embargo estoy profundamente molesto con (algunas) reacciones posteriores de la parte más rancia de la profesión y de algunos “plumillas” al servicio de la castiza Big Pharma o Farmaindustria.1mala-farma
Intentar ocultar realidades como los manejos, pasados y presentes de (parte de) la industria farmacéutica tratando de influenciar con malas artes a los médicos prescriptores o corrompiendo la evidencia, es tan inútil, como provinciano alardear de ello. Son hechos internacional, jurídica y científicamente reconocidos y probados desde hace tiempo. No hace falta retorcer ninguna estadística para ver con claridad que en general y en España en particular, hay una epidemia de sobre-medicación de la que no somos ajenos médicos, industria y administración sanitaria. No hablemos del fenómeno del sobre-diagnostico que incluso va a ser objeto de un próximo congreso.
Sin embargo la medicina cañí, se rasga las vestiduras cuando escucha en la tele como un médico de cabecera, con mayor o menor fortuna, lo expone de forma sincera y valiente. Hasta aquí bien, se puede esperar, “Quod natura non dat, Salmantica non praestat” y que uno sea médico, incluso bueno, no garantiza ningún valor adicional a nivel individual.
Lo que no es tolerable es el insulto y la descalificación. Desde editoriales escritos por los Sinchis del periodismo sanitario, hasta declaraciones de médicos (al parecer) serios, pasando por asociaciones de ¿pacientes? se han dedicado a descalificar a uno de los protagonistas del programa, el médico de familia Enrique Gavilán. Las invectivas han venido de todas partes y por todos los medios, hasta el punto de que parece que el único culpable del problema fuera él.
Desacreditar, o intentarlo, a Enrique Gavilán no es sino otra maniobra más de los verdaderos culpables, a la que se unen alegremente espontáneos representantes de los más ignorante, casposo y anticuado del cuerpo médico.
No estoy de acuerdo con todo lo que dijo Gavilán, hemos tenidos nuestras discrepancias, constatables en la web, también me entristece que la denuncia contra las farmas en nuestro país, este liderada por radicales con un sesgo ideológico manifiesto. Me enfada que la Administración Sanitaria salga de rositas de un problema del cual es el principal protagonista y la única vía de solución. Sin embargo no puedo permanecer callado ante los ataques hacia un hombre de bien, buena persona y mejor profesional,  porque además en lo sustancial opino como él y creo que tiene razón.
Aunque no sé si se lo puedo llamar con entera propiedad, quiero decir que hoy más que nunca estoy orgulloso de ser amigo de Enrique Gavilán

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