Un articulo con algunos años ya, pero que que nos invita a pensar.
Ramón Sánchez Ocaña
Reflexiones sobre la actualidad sociosanitaria de un periodista especializado.
De la prevención a la eugenesia
Los avances técnicos de la medicina bordean en muchas ocasiones las fronteras éticas. Nadie duda, sin embargo, que cuando se trata de salvar una vida o librar de una enfermedad grave todas las tentativas que tengan probabilidades de éxito son plausibles. Sin embargo, tras el escaparate de las nuevas posibilidades se esconden medias verdades que sólo sirven, de momento, para alimentar esperanzas que –¡ojalá!– puedan convertirse en realidad.
No hablamos ya de las ofertas poco menos que escandalosas y abusivas de tratamientos a base de células madre que se han denunciado desde distintas instancias. Son ofertas para paliar dolencias serias, graves o crónicas en las que unas hipotéticas células madre podrían aportar algún beneficio. Es, evidentemente, una estafa aprovechando la buena fe de los enfermos y sus familias.
Otro problema más serio es la oferta de la selección embrionaria para evitar el riesgo de cáncer. Inicialmente, una pareja catalana solicitó a la Generalitat la autorización para seleccionar sus embriones y evitar así la posibilidad de que sus hijas sufrieran un cáncer de mama hereditario. Tratan, según la información recibida, de que sus vástagos femeninos no porten el gen BRCA-1, que podría desencadenar la enfermedad.
Poco después, otras familias han seguido el mismo camino y, al parecer, las autoridades correspondientes han autorizado ya algunos casos. La situación se presta a varias reflexiones.
La primera es que se pasa por alto una realidad demoledora: el cáncer no se debe a un único gen. Por lo pronto, y para el de mama, se conocen el BRCA 1 y el 2. Y se les achacan sólo el 5% de los tumores. Es decir, tras esa selección, los sujetos nacidos sin esos genes seguirán expuestos al 95% de posibilidades de un cáncer espontáneo. O debido a otros genes que se desconocen. ¿Alguien podrá asegurar que sin portar el gen se está libre de cáncer de mama cuando la realidad demuestra que el 95% de estas enfermas no tienen esos genes?
No se trata, como afirman desde fuentes oficiales, de que un sector de la población esté en contra de los avances científicos sólo porque se manipulan los embriones. Se trata de que haya una información veraz y de que, después, cada uno pueda tomar la decisión que crea más conveniente. Pero no parece ético que se oferte la posibilidad de seleccionar embriones para evitar el riesgo de cáncer, cuando ese riesgo permanece en la gran mayoría de los casos.
El problema añadido, además, es que al descubrir cada vez más enfermedades ligadas, al menos en parte, a determinados genes, se podrá ampliar la oferta de manera que, con la disculpa de tener hijos sanos, estamos bordeando, sin paliativos, la eugenesia.
¿Y qué? Se preguntarán algunos. Nada: que poco a poco estamos haciendo que el hecho biológico de procrear se convierta en un hecho mecánico. No hace mucho, cuando el Prof. Watson, que entonces era director del Proyecto Genoma, estuvo en España resumió este conflicto de una manera sumamente gráfica: “El problema –dijo– estriba en si estamos obligados a hacer el bebé perfecto”. La definición de lo que es perfecto es tema para otro día.
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